Western Basque Festival
Western Basque Festival
2007, kronika
160 orrialde
978-84-95511-95-9
Miel A. Elustondo
 
 

 

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Discurso pronunciado por el Alcalde de Bilbao S.P.D. José María de Areilza el día 1 de julio de 1937 en el Coliseo Albia en función homenaje al Glorioso Ejército y Milicias Nacionales

 

        ¡Soldados de España! ¡Voluntarios de la patria!

        Aquí se congrega el pueblo de Bilbao, en sus más amplias y escogidas representaciones, para rendiros un tributo espontáneo de profundo agradecimiento.

        ¡Soldados de España! ¡Voluntarios de la patria!

        Es la villa entera que viene a deciros gracias. La villa entera de Bilbao sometida durante once meses a la más abominable de las tiranías que conocieron los tiempos, porque no se sabía qué repugnaba más en ella: si la ferocidad criminal de los rojos, con toda su estigma de barbarie asiática, o la hipocresía refinada de los nacionalistas vascos, con todo su cortejo fariseo de sotanas y de agua bendita.

        No se sabe qué espectáculo era más bajo y denigrante para nuestro pueblo si el ver a sus hombres representativos, asesinados, en las cárceles y en los barcos, o el contemplar, al día siguiente de la matanza cómo el Presidente Aguirre, rodeado de los Consejeros de su partido, se dirigía solemnemente a oir misa para engañar al pueblo religioso y sembrar la confusión en las conciencias.

        Pues de esta impresionante alianza entre el salvajismo bestial y la malicia cobarde nos habéis salvado vosotros, Ejército de España y Milicias Nacionales. Nos habéis salvado por conquista, por la fuerza; a tiros y a cañonazos. Y es preciso proclamarlo y decirlo a gritos, a los cuatro vientos, para que lo sepa el mundo entero y sobre todo para que se enteren esos roedores bastante numerosos que han quedado aquí en Bilbao, en sus madrigueras, y que han empezado a susurrar, deslizándose al oído la frase convenida: «Bilbao se ha rendido» y poco después esta otra: «Los gudaris fueron los que al entregarse salvaron a Bilbao». Que se conozca de una vez y para siempre la verdad.

        Bilbao no se ha rendido; sino que ha sido conquistada por el Ejército y las Milicias, con el sacrificio de muchas vidas. Bilbao es una ciudad redimida con sangre.

        A nuestra villa no la salvaron los gudaris, sino los soldados de España, los falangistas y los requetés a costa de esfuerzos heroicos, de jornadas sangrientas, de arrojo inigualado; a costa en fin, de centenares de muertos.

        Que quede bien claro esto: Bilbao conquistada por las armas. Nada de pactos y de agradecimientos póstumos. Ley de guerra, dura y viril, inexorable. Ha habido, vaya que si ha habido, vencedores y vencidos. Ha triunfado España, una, grande, y libre. Es decir la ley de la falange tradicionalista. Ha caído vencida para siempre: esa pesadilla siniestra que se llama Euzkadi y que era una resultante del socialismo prietista por un lado, y de la imbecilidad vizcaitarra por otro. Para siempre has caido tú, miserable dirigente de los sindicatos ugetistas que especulaste durante años con la evidente injusticia social de un estado de cosas que efectivamente era inhumano para muchos trabajadores manuales; pero a los que nunca quisiste redimir de veras mejorando sus condiciones de vida, si no que los lanzaste a la lucha armada, feroz y suicida entre el ejercito y lo mejor del pueblo Español, para que mientras tanto los de tu calaña, los jefes y los jefecillos, disfrutasteis de prebendas en la retaguardia, sirviendo de paso los intereses turbios de los agentes extranjeros de la revolución comunista. Para siempre has caido tú, rastacueros del nacionalismo vasco, mezquino, rencoroso y ruin que jugaste a personaje durante once meses de robo y crimen en que te encaramaste al poder, mientras los pobres gudaris cazados a lazos como a cuadrúpedos en las aldeas se dejaban la piel en las montañas de Vizcaya, muriendo sin saber por qué, acaso convencidos en su ignorancia cerril de que luchaban por la causa de Dios. Para siempre desaparecerá también de nuestra tierra ese clero secular o regular, que daba durante los últimos años el lamentable espectáculo de la traición a la patria desde las gradas del altar o desde las alturas del púlpito. La gran vergüenza del clero separatista, esa también se acabó para siempre.

        Ha triunfado en cambio la nueva España; sobre los falsos ídolos, arrojados desde sus pedestales por los soldados de España, se levantará el edificio del nuevo Estado cimentado sobre la base de la unidad interna de la justicia social y de la independencia exterior. Unidad interna, indiscutible e inapelable, con disciplina militar y servicio riguroso del interés común. Hasta ahora amigos, podían discutir los polemistas en dialécticas estériles sobre los supuestos derechos de Vizcaya a su autonomía o gobierno propio. Desde ahora hay una razón que está por encima de todas las argucias históricas y los papeles abogadescos. La razón de la sangre derramada por Vizcaya es otra vez un trozo de España por pura y simple conquista militar. La espada de Franco ha resuelto definitivamente el litigio curialesco del vizcaitarrismo y lo ha resuelto de acuerdo con el sentir auténtico de Vizcaya, de acuerdo con la verdadera tradición vizcaína; de acuerdo, no lo olvidéis con la onda e intensa opinión de la Vizcaya española formada por un puñado de hombres y mujeres patriotas, exaltados, que no ya desde el 13 de julio sino desde el 14 de abril, lucharon en nuestra tierra con alma y vida por defender la sacrosanta unidad de la patria.

        La justicia social es otro de los imperativos fundamentales. No ha triunfado un régimen de privilegio, sino un sistema de hondo, de auténtico sentido humano, en el trabajo, en el primero de los valores en la escala de la jerarquía social. La España que ha vencido sabrá someter las clases al más estricto interés nacional. No más huelgas, pero también no más especuladores sin conciencia. No más obreros al servicio de Rusia, pero también no más financieros sin patria al servicio del becerro de oro.

        Finalmente nuestra independencia exterior. ¡Atención! Leguleyos de Ginebra, masones escoceses y obreros comunistas de la Iglesia protestante. ¡Atención Frente Popular Francés y Komintern de Moscú. La guerra de vuestro dominio sobre el solar de España la hemos cortado a hachazos. Ya no será posible que soñéis en hacer de Euzkadi una colonia y de Cataluña un protectorado para vuestras invasiones criminales.

        España ha recobrado plena independencia de su soberanía. En uso de ella proclama bien alto su amistad hacia los grandes pueblos europeos amigos que en estas horas trágicas de cruzada nacional están junto a nosotros, la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini, y el Portugal de Oliveira Salazar. A los pueblos de Inglaterra y Francia se ha advertido ya con toda lealtad el Caudillo Franco: Que no se sorprendan mañana si nuestra política exterior cierra sus puertas a quienes un día de prueba para nuestra patria nos demuestran su enemistad. ¡Soldados de España! ¡Voluntarios de la patria! Ante la memoria de los que cayeron para siempre, fecundando con su sangre la tierra y los montes de Vizcaya, el pueblo de Bilbao jura su lealtad a la nueva España y su Revolución Nacional.

        ¡Saludo a Franco! ¡Arriba España!