UN POCO MÁS ALLÁ

 

Mi padre y mi tío se embarcaron por primera vez con siete años,

y aprendieron a patronear en el "Bustío".

Eran duros los patrones de entonces,

 

de aquellos que en días de tormenta apretaban los puños

y mirando al cielo amenazaban a Dios:

"¡ven aquí si tienes lo que hay que tener!".

 

Cuando eran chiquillos, los cuatro hermanos mayores

tenían que ir a misa por turnos,

ya que sólo había un traje en casa. Cuando uno volvía de la iglesia,

 

se quitaba el traje, se lo daba al siguiente,

y así solían ir a misa,

cada cual a su hora, cada quien con sus propios zapatos.

 

Cuando era un niño, el día en que mi padre llegaba del mar,

solíamos esperarlo en el espigón más alejado del puerto,

mirando hacia el Oeste. Aunque al principio

 

no se veía nada, pronto

uno de nosotros divisaba en el horizonte

un punto negro, que poco a poco se convertía en barco.

 

Tardaba una hora en llegar hasta el espigón,

y giraba frente a nosotros antes de entrar a puerto.

Mi padre nos saludaba con la mano.

 

Tan pronto el barco había pasado, corríamos

hacía el lugar donde atracaría.

Incluso estando moribundo en la cama, mi padre

 

siempre alababa la vida,

nos decía que hay que vivir el momento,

que si estás siempre preocupado la vida se te escapa.

 

Y nos decía: tenéis que ir siempre

más al Norte, no hay que echar la red

allí donde sabéis seguro que habrá pescado,

 

hay que buscar un poco más allá,

sin conformaros con lo que ya tenéis.

"La muerte no vencerá",

 

escribió Dylan Thomas,

pero de vez en cuando gana,

y así terminó también la vida de mi padre,

 

como un barco que se pierde en el horizonte

girando hacia el Oeste,

dibujando recuerdos en su estela.

 

 

© Kirmen Uribe

© de la traducción: Kirmen Uribe / Gerardo Markuleta


www.susa-literatura.eus