Una pequeña flauta toca
La melodía del valle de Stratford,
Errante, recordando el tiempo
En que los cuerpos se unían en cualquier rincón de las colinas,
Las tierras altas a las que no volveremos, y allí
Se quedaron los seres recordados,
Y la tristeza nos invade
En la taberna de más allá de los barcos.
Así como nos encarcelaron la visita de los infelices,
El miedo de poseer solo
El sueño de reunir las monedas suficientes
Para regresar,
Y el miedo
Porque tampoco hoy estás en mi cama.
Tomo un trago húmedo del vaso
Y derrito el hielo con mi torpe lengua.
Después se oyen los aplausos, un arpa, y
La gaita más solemne,
Como una gota de melancolía ebria
En el puerto de Lekeitio.
© Urtzi Urrutikoetxea