Enfermo
Desde el montículo de la gripe,
tan cercano a nuestra casa,
se divisan no muy lejanos
los viejos montes verdes del tifus y la peste,
la rojiza cumbre romántica de la tuberculosis,
el amplio altozano del cáncer
totalmente abrasado, reflejo de una horrenda desolación,
la aguda y escarpada cima del infarto,
la metálica colina geométrica del sida
camiones y furgonetas de los químicos
por la carretera de sus laderas
y tantos y tantos otros.
Y más allá,
en el horizonte de detrás de la gran agrupación montañosa,
el amplio mar en calma de la muerte,
tan acogedor como siempre,
tan frío y temible como siempre.
© Juan Luis Zabala