RETRATO ENTRE CUATRO PAREDES
Han cortado todos los árboles que había
al otro lado del muro
para que nuestro sufrimiento sea aún mayor.
Ya sólo podemos ver gaviotas futuras que todavía son cerrojos
atravesados por agujas.
Reencarnaciones anteriores de lo que serán.
Ya sólo vemos las llaves rotas que traen las gaviotas
bajo las alas.
Son tus cejas. Y son tus ojos.
Han cortado todos los postes telefónicos
que había tras el muro
para que los gitanos no tengan donde tender la ropa
y nuestro aislamiento sea total y definitivo.
La mariposa de los veintiocho nombres
busca entre las migas de pan nueve milímetros
del hierro que pierde por culpa del periodo
tal como antes buscaba en los puentes de hojalata.
Quizás debería escribirlo sin hache. Ojaláta.
Tras el muro los meses transcurren verticalmente
y las agujas del reloj siguen quietas en la horca de las tres
y media.
Quietos los puñales de las mariposas
en los hígados de las víctimas desangradas.
Hoy han encontrado un acordeón
enterrado en el patio.
Tenía las comisuras de los labios llenas de polvo
y pegadas a él
las manos del acordeonista.
© Harkaitz Cano